4. Utilidad del marketing
Nos encontramos en el siglo XXI y parece que desarrollar en nuestro país una política de márketing es una labor normal y sencilla, a tenor de las veces que la palabra es utilizada por las empresas y medios de comunicación; la realidad nos demuestra lo contrario, imprimir una dinámica de márketing encuentra un fuerte rechazo en muchas empresas, especialmente en determinados colectivos muy importantes.
A pesar de estas barreras de imprementación, se puede decir que el mercado ya no es lo que era, está cambiando y evolucionando de manera drástica, motivado principalmente por la presión de las diferentes fuerzas sociales, avances tecnológicos y globalización, los cuales crean nuevos comportamientos y retos que sólo desde una óptica de márketing encontrarán respuestas satisfactorias.
Cuando en EE.UU., cuna del márketing, basan principalmente su elevada competitividad en el desarrollo continuo de nuevas estrategias de márketing, nosotros nos estamos cuestionando aún la utilidad de las mismas, llegándose a tildar de ser poco ética y contribuir únicamente a crear necesidades innecesarias, manipular a los consumidores, es decir, envolver un nada en un papel bonito y venderlo muy caro.
Soy consciente de que toda teoría tiene sus detractores, pero también soy consciente de que el márketing poco ético es también y por encima de cualquier otra consideración, un mal márketing y, a la larga, un mal negocio; por ello no debe de olvidarse que la satisfacción de consumidores y empresas debe ser inseparable de una concepción humanista de la persona y sociedad, y que en la manera de actuar del márketing deben cumplirse una serie de normas deontológicas que favorezcan el uso racional del mismo.