Lecciones prácticas de libros y películas
- 25 September, 2015
- admin
La mejor selección europea de baloncesto, la española, se proclamaba este domingo triunfadora en el Eurobasket con solvencia y seguridad. De la holgada victoria de nuestro equipo frente a Lituania puede que tenga mucho que ver una táctica que empleó su seleccionador, Sergio Scariolo, antes de la final.
El técnico italiano decidió motivar a su equipo de cara a un partido tan decisivo con la proyección de la conocida película de Clint Eastwood, “Million Dolla Baby”. Con el film quería recordarles que, para ganar no solo bastaba con la pasión y la ambición por el éxito. “A un boxeador que sólo pone pasión, sólo le queda una paliza” extraía Scariolo de la película.
Es solo una muestra de todas las lecciones vitales que nos dejan libros y películas. En esta línea, recomendábamos la lectura de la trepidante historia que acaba de publicar uno de los supervivientes del accidente aéreo de los Andes de 1972, Pedro Algorta: Las montañas siguen allí. De nuevo, es posible extraer algunas conclusiones del autor que son perfectamente aplicables a cualquier organización:
- «Lo nuestro fue increíble, extraordinario, pero vivido y hecho por un grupo ordinario. Cualquier grupo de personas, con las condiciones de edad y salud que nosotros teníamos, hubiera hecho lo mismo y, eventualmente, habría sobrevivido. Tú también lo podrías haber hecho si hubieras estado en nuestro avión. Nuestra ordinariez, en definitiva, enaltece al ser humano. Todos somos capaces de sobrevivir a nuestros Andes».
- «No podríamos haber sobrevivido de manera individual, lo nuestro fue una tarea grupal que surgió del deseo individual de supervivencia. Cada uno se quería salvar, pero nos necesitábamos y sabíamos que teníamos que trabajar juntos para tener posibilidades de sobrevivir. El instinto de supervivencia, esa sagrada pulsión, es individual pero de forma instintiva sabemos que tenemos que trabajar en grupo, de manera coordinada, para que cada uno tenga más posibilidades de salvarse».
- «La estructura de liderazgo y autoridad del grupo cuando éramos un equipo de rugby no sirvió para enfrentar la montaña. Tuvimos que cambiar y adaptarnos a lo que estábamos viviendo. Debimos hacernos cargo de nuestra nueva situación y, desde nuestras debilidades y fortalezas relativas, varias personas ejecutaron los actos de liderazgo necesarios para enfrentar los nuevos desafíos».
- «En la lucha por sobrevivir día a día, encontramos sentido a lo que nos pasaba. El trabajo activo, ir resolviendo los distintos desafíos como podíamos, con dificultades, peleas y tensión, nos mantuvo enfocados y estructurados como grupo y no nos desorganizamos».
- «Cada uno tiene su montaña, su propia historia. Entenderla nos permite unir los puntos y darle sentido a nuestro camino. Ser honestos y auténticos con ella, con quiénes somos, nos permite entregarla y proyectarnos hacia adelante».
Fuente: foromarketing