5 - 6 GRADOS DE SEPARACIÓN. El mundo es más pequeño de lo que creemos

«Antes las distancias eran mayores porque el espacio se mide por el tiempo»

Jorge Luis Borges (1899-1986)
Escritor argentino

 

Seguro que en más de una ocasión has oído decir o tú mismo has comentado: «el mundo es un pañuelo», especialmente porque conocías a alguien que era también compañero o amigo tuyo a la vez que lo era de otro compañero, con quien, a priori, no tenía ningún tipo de vínculo. Ahora, y en un momento, encadenaste los nodos, relacionaste a las personas de contacto que hacían posible que estuvieras más cerca de lo que pensabas. Divertido, ¿verdad? Es similar al juego «conectando los puntos» (Connecting the dots), donde todos los puntos están numerados y acaba apareciendo una figura o un dibujo. Como comentó el famoso empresario e informático estadounidense Steve Jobs, CEO de Apple y Pixar Animation, en su célebre discurso en la Universidad de Stanford en el que explica tres historias, la primera de ellas precisamente sobre «Conectar los puntos».

 

Dejé la Universidad de Reed después de 6 meses, pero seguí vagando por allí 18 meses, más o menos, antes de dejarlo todo. Entonces, ¿por qué lo dejé? Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven estudiante soltera que decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que quienes me adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de modo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su mujer. Sólo que cuando yo nací decidieron en el último momento que lo que de verdad querían era una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada a medianoche preguntando: «Tenemos un niño no esperado; ¿lo queréis?». «Por supuesto», dijeron ellos. Mi madre biológica se enteró de que mi madre no tenía titulación universitaria y que mi padre ni siquiera había terminado el bachillerato, así que se negó a firmar los documentos de adopción. Sólo cedió meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad. Y, 17 años más tarde, fui a la universidad. Pero de forma descuidada elegí una universidad que era casi tan cara como Standford, y todos los ahorros de mis padres, de clase trabajadora, los estaba gastando en mi matrícula. Después de 6 meses, no le veía propósito alguno. No tenía idea de qué quería hacer con mi vida y, menos aún, de cómo la universidad me iba a ayudar a averiguarlo. Me estaba gastando todos los ahorros que mis padres habían conseguido a lo largo de su vida, así que decidí dejarlo y confiar en que las cosas saldrían bien. En su momento me dio miedo, pero en retrospectiva fue una de las mejores decisiones que jamás haya tomado. En el momento en que lo dejé, ya no fui más a las clases obligatorias que no me interesaban y comencé a meterme en las que parecían interesantes. No era idílico. No tenía dormitorio, así que dormía en el suelo de las habitaciones de mis amigos, devolvía botellas de Coca-cola por los 5 céntimos del envase para conseguir dinero para comer y caminaba más de 10 km los domingos por la noche para comer bien una vez por semana en el templo de los Hare Krishna. Me encantaba. Y muchas cosas con las que me fui topando al seguir mi curiosidad e intuición resultaron no tener precio más adelante. Os daré un ejemplo: en aquella época, la Universidad de Reed ofrecía la que quizá fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes del campus, todos los poster, todas las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente caligrafiadas a mano. Como ya no estaba matriculado y no tenía clases obligatorias, decidí atender el curso de caligrafía para aprender cómo se hacía. Aprendí cosas sobre el Serif y tipografías Sans Serif, sobre los espacios variables entre letras, sobre qué hace realmente grande a una tipografía. Era sutilmente bello, histórico y artístico, de una forma que la ciencia no puede capturar, y lo encontré fascinante. Nada de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer ordenador Macintosh, todo eso volvió a mí. Y diseñamos el Mac con eso en su esencia. Fue el primer ordenador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por aquel curso concreto de la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples tipografías, ni caracteres con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac, es probable que ningún ordenador personal los tuviera ahora. Si nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase de caligrafía y los ordenadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen. Por supuesto, era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en esa clase, pero fue muy, muy claro al mirar atrás diez años más tarde. De nuevo, no puedes conectar los puntos mirando hacia delante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán te dará la confianza de confiar en tu corazón. Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado y ha marcada la diferencia en mi vida.

 

Como vemos en esta emotiva historia, algo que inicialmente parece no tener mucha lógica termina conectando los puntos; es algo real que va cobrando sentido. Esta situación la hemos vivido todos en más de una ocasión. De algo tan inusitado hay profundos estudios, teorías, experimentos, ensayos, etc., desde principios del siglo XIX. Su precursor, un húngaro llamado Frigyes Karinthy, de familia burguesa, natural de Budapest, hombre culto, escritor, poeta, dramaturgo, periodista y traductor, fue el primero en proponer el concepto de la teoría de los 6 grados de separación en su cuento «Cadenas» (traducido también por «Eslabones») de su obra Todo es distinto en 1929.

 

Por lo demás, del debate se desarrolló un juego amigable. Para demostrar que los habitantes del planeta están mucho más cerca los unos a los otros que antes, desde todos los puntos de vista, uno de los miembros del grupo propuso una prueba. Señalen un individuo concreto cualquiera del billón y medio que habitan la Tierra, en cualquier punto de la Tierra, y apuesto a que a través de un máximo de otros cinco individuos, de los que uno es conocido suyo, puede relacionarse con ese individuo, únicamente a base de conocidos directos del tipo «tú que conoces a X.Y., dile que hable con su conocido Z.V.», etc.

  • Esto lo quiero ver –dijo alguien–, pues, digamos… digamos Selma Lagerlöf.
  • Selma Lagerlöf –dijo nuestro amigo–, nada más fácil.

Se lo pensó tan sólo durante dos segundos y ya lo tenía. Pues Selma Lagerlöf, como ganadora del Premio Nobel, es evidente que conoce personalmente al rey sueco Gustavo V, ya que fue éste el que, según las reglas, le entregó el premio. Y resulta que el rey sueco Gustavo, que es un destacado jugador de tenis y participa en los torneos internacionales, jugó con Kehrling al que, sin duda, conoce y aprecia, y a Kehrling lo conozco yo mismo muy bien (nuestro amigo es muy aficionado al tenis). He aquí la cadena, tan sólo se necesitaron dos eslabones de los cinco, lo que es natural, porque a las personas famosas y populares es más fácil encontrar caminos que a las insignificantes, ya que las primeras tienen un sinfín de conocidos. Háganme el favor de elegir una tarea más difícil.

De la tarea más difícil, un trabajador de la fábrica de Ford, me encargué yo mismo y lo resolví con cuatro eslabones. El trabajador conoce al encargado del taller, el encargado del taller conoce al mismo Ford, Ford está en buenos términos con el director ejecutivo de la Hearst Corporation, a quien Árpád Pásztor conoció de fondo el año pasado y a Árpád no sólo lo conozco sino, que yo sepa, es muy buen amigo mío. Si se lo pido, telegrafía al director-ejecutivo para que éste avise a Ford, para que Ford avise al encargado del taller de que el trabajador me monte un coche con urgencia que resulta que justo necesito uno.

Así siguió el juego y nuestro amigo acabó tendiendo razón. En ningún caso se necesitaron más de cinco eslabones para que cualquiera que estábamos allí conectáramos con cualquier habitante de la Tierra sólo mediante conocidos personales. Ahora bien, pregunto entonces, ¿ha habido alguna vez época en la historia en que esto fuese posible? Julio César fue un hombre muy grande, pero si se le hubiese ocurrido obtener enchufe, en unas horas o días, a un sacerdote maya o azteca de la América de entonces, no lo hubiese conseguido ni con trescientos eslabones, ya que de los posibles o imposibles habitantes de América supieron entonces menos de lo que nosotros sabemos de Marte y sus habitantes.

 

Se especula también acerca de las conjeturas de Guglielmo Marconi, basadas en su trabajo de radio a principios del siglo XX y articuladas en su discurso ganador del Premio Nobel en 1909, que posiblemente inspiraran a escribir el relato a Karinthy.

Sin embargo, no es hasta 1967, cuando un psicólogo y sociólogo americano llamado Stanley Milgram, en base al experimento que bautizó «Un mundo pequeño», reforzó así la famosa teoría, en la actualidad más vigente que nunca gracias al poder de las redes sociales. La cuestión era: ¿cómo dos individuos seleccionados al azar podrían llegar a conectar? Lamentablemente, Milgram era un psicólogo y sociólogo controvertido por diferentes experimentos que había realizado en el pasado y no gozaba de una popularidad y reputación de lo más positivas. Algunos experimentos eran para controlar la resistencia al dolor, obediencia a la autoridad y la conciencia personal, por lo que algunos manifestaron no estar cuerdo. Thomas Blass, prestigioso psicólogo social internacional, autor de la primera y única biografía de Milgram, que ha dedicado cerca de 20 años al estudio en profundidad de la vida y trabajo del mismo, nos dice: «Milgram creía que el ser humano tenía predisposición a obedecer y que en una situación concreta el impulso de seguir órdenes de un determinado líder era inquebrantable. Por supuesto, el psicólogo no quería quedarse en el campo de la teórica y utilizó una organización tan pura como el entramado universitario de Yale para demostrar que no se equivocaba. Para sus propósitos, mandó construir un falso aparato capaz de fingir descargas eléctricas e hizo que fuera revisado por toda clase de técnicos: estos fueron incapaces de dictaminar que aquello no era más que un trasto. Luego sólo le quedó hacer una llamada al voluntariado por la ciencia y el progreso y un montón de estudiantes acudieron raudos y veloces a sus oficinas. Poco después estaban electrocutando compañeros a la voz de “ya” sin demostrar ninguna clase de remordimiento o mala conciencia».

Blass también señala: «Milgram nunca usó la frase seis grados de separación». Aclara que John Guare fue quien originó el término en 1991. Después de una temporada de gran éxito en Broadway, su obra fue llevada al cine con el mismo título. En la obra, OUSA, interpretada por Stockard Channing reflexiona acerca de nuestra interconexión y le dice a su hija: «Todo el mundo está separado por sólo otras seis personas. Seis grados de separación. Entre nosotros y todos los demás en este planeta, desde el presidente de los Estados Unidos a un gondolero en Venecia… No se trata sólo de personalidades. Puede ser cualquiera». El tema suscitó tal interés por el éxito de la obra que incluso filmaron una película a principios de los años 90, llamada Seis grados de separación, de nombre original: Six degrees of separation, obra del guionista John Guare y dirigida por el director australiano Fred Schepisi, protagonizada por un joven Will Smith y Donald Sutherland.

Asimismo, una serie de televisión del año 2007 titulada Seis grados, que se centra en la historia de seis desconocidos que viven en la ciudad de Nueva York y cuyas vidas se ven de algún modo influidas por los demás. Otro programa innovador Six degrees of X, con el eslogan It’s not what you know... its who you know (No es lo que usted sabe ... es a quién conoce), programa concurso donde dos competidores, mediante unas pruebas, intentan conectar con una personalidad, en este caso Carmen Electra.

Experimento del Mundo Pequeño

El psicólogo y sociólogo de Nueva York es considerado a día de hoy uno de los más importantes del siglo XX. El experimento tuvo algunas variaciones desde la idea inicial. Básicamente consistía en un grupo de personas de las ciudades de Omaha en Nebraska y Wichita de Kansas, como puntos de partida, y Boston en Massachusetts, punto final de la cadena. Hay que remarcar que el experimento se basaba en los Estados Unidos.

Se enviaron inicialmente unos paquetes con la información a individuos seleccionados al azar. Donde se detallaba el propósito del estudio con información básica. Se les enviaba en el sobre información: el nombre del destinatario, la ocupación y la localización aproximada de una persona de contacto en Boston. Además, el sobre contenía una lista en la que podían escribir su nombre, así como tarjetas de respuesta de prepago para la Universidad de Harvard. Se les enviaba la invitación a participar y se les preguntaba si conocían personalmente a la persona de destino. En caso afirmativo, se les pedía enviar la carta directamente a esa persona. A efectos del estudio, se pretendía saber de alguien que «personalmente» conociera al destinatario.

En el caso más que probable de que la persona no conociera personalmente al recibidor, entonces tenía que pensar en un amigo o familiar que lo pudiera conocer personalmente, por lo tanto, con más probabilidades de conocer al receptor final. Entonces firmaban su nombre en la lista y reenviaban el paquete a esa persona. Siempre enviando una postal a los investigadores en Harvard para poder seguir el progreso de la cadena hacia el objetivo. Si el paquete con el tiempo llegaba a la persona de contacto en Boston, los investigadores podían examinar la lista para contar el número de veces que había sido enviado por una persona a otra. Además, para los paquetes que nunca llegaron a destino, las postales a la universidad ayudaron a identificar el punto exacto de ruptura en la cadena.

A veces, el paquete llegó a la meta en tan sólo uno o dos saltos, mientras que en algunas cadenas necesitó nueve o diez enlaces. Un problema importante era que, a menudo, la gente se negó a pasar la carta con interés. Finalmente, 232 de las 296 cartas nunca llegaron a destino; pero 64 de las cartas, sí lo hicieron. Los pasos promedio fueron alrededor de 5,5 o 6. Por lo tanto, el estudio concluyó que las personas en los Estados Unidos están separadas por unas seis personas de promedio.

Otro ejemplo que refuerza la teoría y experimentos es el juego «Six Degrees of Kevin Bacon». Con el concepto de vincular a cualquier actor que hubiera trabajado con dicho actor, donde dos agentes están conectados si han aparecido en alguna película a través de no más de seis conexiones.

El autor del libro Seis grados de separación. La ciencia de las redes en la era del acceso, el sociólogo Duncan J. Watts, asegura que es posible acceder a cualquier persona del planeta en tan sólo seis saltos. Según esta teoría, cada persona conoce de media, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela, a unas 100 personas. Si cada uno de esos amigos o conocidos cercanos se relaciona con otras 100 personas, cualquier individuo puede pasar un recado a 10.000 personas más, tan sólo pidiendo a un amigo que pase el mensaje a sus amigos. Estos 10.000 individuos serían contactos de segundo nivel, que un individuo no conoce, pero que puede conocer fácilmente pidiendo a sus amigos y familiares que se los presenten, y a los que se suele recurrir para ocupar un puesto de trabajo o realizar una compra. Cuando preguntamos a alguien, por ejemplo, si conoce una secretaria interesada en trabajar, estamos utilizando estas redes sociales informales, que son las que hacen funcionar nuestra sociedad. Este argumento supone que los 100 amigos de cada persona no son amigos comunes. En la práctica, esto significa que el número de contactos de segundo nivel será sustancialmente menor a 10.000, debido a que es muy usual tener amigos comunes en las redes sociales. Si esos 10.000 conocen a otros 100, la red ya se ampliará a 1.000.000 de personas conectadas en un tercer nivel, a 100.000.000 en un cuarto nivel, a 10.000.000.000 en un quinto nivel y a 1.000.000.000.000 en un sexto nivel. En seis pasos, y con las tecnologías disponibles, se podría enviar un mensaje a cualquier individuo del planeta.

Watts y un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia realizaron otro experimento, a nivel mundial, a principios del 2000, mediante un correo electrónico. Más de 24.163 voluntarios acordaron enviar un correo electrónico a través de conocidos a uno de 18 personas en 13 países de destino. Sólo 384 de las 24.163 cadenas de cartas se terminaron. De esas cadenas terminadas, el número medio de pasos fue de 4, según las estadísticas, los investigadores estimaron que la duración media en todas las cadenas fue de entre cinco y siete pasos. No obstante, se basaba en una estimación.

La compañía Microsoft realizó un experimento para corroborar, gracias a un estudio masivo de comunicación electrónica, con registros de 30 mil millones de conversaciones entre 240 millones de personas de todo el mundo. Los investigadores Jure Leskovec y Eric Horvitz llegaron a la conclusión de que dos personas de promedio están distanciadas por apenas 6,6 grados de separación, lo que significa que podemos estar vinculados por una cadena de siete o menos conocidos. Horvitz dice: «Para mí fue muy impactante. Lo que estamos viendo sugiere que puede ser una constante de conectividad social para la humanidad». Leskovec añade: «La gente ha tenido la sospecha de que estamos muy cerca, lo estamos demostrando a una escala muy grande». En los últimos años, las bases de datos masivas generadas por los registros de teléfonos móviles han sido explotadas por los investigadores para entender mejor los movimientos humanos y las redes sociales. Aportando información de los patrones de contacto. Un «grado de separación» se refiere a una medida de distancia social entre las personas. Tú eres un grado de distancia de todos tus conocidos, dos grados de distancia de los amigos y conocidos de tus amigos, y así sucesivamente hasta conectar con todo el mundo. Cierto es que cuando un contacto pasa del 2.º grado se diluye el poder del contacto. Es decir, los lazos son fuertes cuando es el contacto de un contacto mío, a partir de ahí se debilitan.

En Facebook existía una aplicación por desarrolladores externos llamada «Seis grados», creada por Karl Bunyan, que nos permitía calcular los grados de separación entre diferentes personas. Tenía más de 5,8 millones de usuarios. La separación promedio para todos los usuarios de la aplicación es 5,73 grados, mientras que el máximo grado de separación es de 12. La aplicación disponía de un recuadro para la «búsqueda de conexiones» donde se podía introducir cualquier nombre de usuario en Facebook y, a continuación, mostraba la cadena de conexiones. En junio de 2009, Bunyan decidió cerrar la aplicación, probablemente debido a problemas con la directiva de caché de Facebook, ya que la política prohíbe el almacenamiento de listas de amigos durante más de 24 horas, incurriendo en incumplimiento de las normas de la plataforma. Ahora existe una nueva versión de la aplicación, después de que Bunyan diera permiso a un grupo de desarrolladores liderados por Todd Chaffee. Esta vez sí, la aplicación cumple la política revisada de Facebook en el almacenamiento en el caché de datos. La versión inicial se construyó en un Facebook Developers Garage en Londres que contó con la asistencia de Mark Zuckerberg.

En la actualidad es incuestionable que estamos mucho más cerca de la Reina de Inglaterra, del campeón del mundo de F1, de la familia de Michael Jackson o Elvis Presley, Nelson Mandela o del Presidente de los EEUU de lo que podemos pensar en principio. Imaginación al poder. ¡No limits!